La superficie terrestre, calentada por la energía solar, emite radiaciones que son "atrapadas" o absorbidas por las nubes y los gases de la atmósfera, impidiendo que pasen hacia el espacio exterior; este efecto protector de las nubes y los gases es conocido como efecto invernadero.
En los últimos 150 años ha aumentado la concentración de esos gases que tienen la capacidad de absorber la radiación terrestre (dióxido de carbono, metano, ozono, etc.); ello incrementaría la absorción de la radiación terrestre y, de esta manera, se provocaría el aumento de la temperatura media mundial.
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